jueves, 30 de enero de 2014

Corazón rebelde

Hace unos días he comprado del DVD de una excelente película que trata el tema de la adicción al alcohol desde un punto de vista muy interesante. Se llama Corazón Rebelde, en inglés Crazy Heart.

La película narra la historia de un cantante de música country, ya entradito en años, que no para de beber antes, durante y después de cada actuación.

A pesar de que su salud está muy deteriorada, y de que su imagen en el mundo de la música también está afectada por su desmesurado abuso de alcohol, él no encuentra ningún motivo para dejarlo.

Si hay un punto común en todas las personas adictas que llegan a rehabilitarse es que un día tienen el sentimiento de que ya no pueden más seguir así y que hay que cambiar. Algunos lo llaman a eso tocar fondo, yo prefiero llamarlo punto de inflexión, pero en cualquier caso es lo mismo.

Hay sujetos, como el personaje que interpreta Jeff Bridges de forma magistral en esta película, que parecen no tener fin, y que desaprovechan una y otra vez las oportunidades que la vida les pone en bandeja para cambiar.

Finalmente, más vale tarde que nunca, nuestro protagonista pedirá ayuda, pero tal vez sea demasiado tarde para reparar todo lo que se ha destruído previamente.

Además de una gran interpretación y un excelente guión, la película tiene una banda sonora de primera calidad. Por todas esas razones, la recomiendo con entusiasmo.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico


jueves, 16 de enero de 2014

Las trampas de la mente adictiva

Viene a verme a la consulta Javier, 40 años, ex adicto a la cocaína. Actualmente lleva ocho años sin consumir, tras un tratamiento en una Comunidad Terapéutica. Regenta un negocio propio y le va bien económicamente.

Pero hablando de una cosa y otra me cuenta que de vez en cuando consume lo que él llama “drogas recreativas”. Se refiere a drogas sintéticas, o a ketamina, las cuales consume esporádicamente cuando sale de fiesta con sus amigos, o cuando sale solo en busca de pareja.

Me quiere convencer de que no tiene nada que ver con sus consumos anteriores y que no hay ningún peligro, porque los efectos son diferentes y porque esto “lo controla”.

Se justifica en el hecho de que es muy tímido y que estas drogas le ayudan a abrirse socialmente y facilitan sus relaciones.

Precisamente por eso, le digo, está cayendo en la trampa de la mente adictiva. Si recurres a una substancia química para modificar tu estado de ánimo, en este caso para superar tu timidez, en realidad estás consiguiendo el efecto contrario. Nunca dejarás de ser tímido si tu única manera de vencer la inseguridad y el retraimiento social es ponerte artificialmente bajo los efectos de una substancia adictiva que te cambia la percepción de la realidad.

Da igual que sea una droga diferente de las que anteriormente utilizabas. Lo que importa es que sigue siendo una conducta tramposa. En lugar de afrontar directa y abiertamente el problema que te preocupa, en este caso la falta de habilidades sociales, recurres al “doping” para transformar tu estado de ánimo. Pero de esta manera nunca vas a aprender a superar tus miedos en inseguridades, sino más bien todo lo contrario, serás cada vez más tímido y más dependiente de las substancias que utilices para cambiar tu estado mental.
Este es un ejemplo claro de cómo actúa la mente adictiva. Siempre tratando de engañarnos y de llevarnos de vuelta al consumo de substancias que nos devuelvan al círculo vicioso de antes.

No olvidemos que la adicción, una vez creada, se mantiene de una forma u otra en el cerebro del adicto. Podemos neutralizarla siempre que no consumamos de nuevo las substancias que la originaron, pero tampoco podemos autoengañarnos pensando que otras drogas van a darnos ciertos “beneficios” sin volver a activar de nuevo la conducta adictiva y todos los problemas que la acompañan.

Es más sensato, más inteligente y mucho más seguro vivir libre de adicciones. Y si tienes algún problema psicológico, o médico, o de cualquier otro tipo, recurre a los profesionales que te pueden ayudar a superarlos de verdad, y no a la falsa solución mágica que las drogas prometen, pero que nunca cumplen.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico

jueves, 9 de enero de 2014

30 años

Aunque a veces me parece mentira, en estos días del mes de enero de 2014 se cumplen treinta años desde que puse en marcha lo que terminaría convirtiéndose en el Programa Victoria.

En aquel mes de enero de 1984, asumiendo un importante reto profesional, llevé a cabo el primer programa terapéutico en el que atendimos a cinco pacientes con serios problemas de alcohol, remitidos por sus médicos de empresa tras varias recaídas.

De aquélla primera experiencia nació una motivación profesional y una vocación de encontrar soluciones eficaces y prácticas para la enfermedad adictiva, desde el punto de vista de la psicología y la medicina. Y poco a poco, grupo a grupo, año tras año, llevamos ya treinta cumplidos.

Más de mil pacientes atendidos en estos años, la mayoría de ellos con resultados positivos, son el mejor refuerzo personal y profesional para seguir adelante, con una ilusión renovada y con los mismos deseos de ayudar a las personas a liberarse de sus adicciones.

Hace unos días, con motivo de las fiestas de Navidad, me llamó Iñaki, uno de nuestros primeros pacientes. Me recordó que lleva ya veintinueve años sin beber y que no pasa un día sin que se acuerde de nosotros con alegría y agradecimiento.

Recuerdo muy bien la primera vez que lo vi, tenía una alcoholemia de 4,1 después de casi una hora de charla conmigo. Me asusté mucho al ver el resultado del alcoholímetro porque su apariencia no era de una embriaguez tan próxima a los niveles letales de alcohol en sangre, y pensé que había venido conduciendo desde su casa, más de 30 km, y que tenía que volver del mismo modo.

El caso es que a los pocos días inició su terapia con nosotros, en el Programa Victoria que aún no tenía ese nombre, y desde entonces sigue sin beber.

También tengo recuerdos menos agradables de personas que se han quedado en el camino y que no han sido capaces de superar su adicción, pero casos como el de Iñaki, y tantos otros, me ayudan, nos ayudan, a seguir adelante con nuestro trabajo.

No sé cuántos años más me permitirá Dios seguir trabajando en esto, ojalá sean muchos porque tengo el privilegio de disfrutar con mi trabajo y me hace sentir bien ver el cambio y el renacimiento personal de tantos y tantos pacientes que han cambiado su vida tras pasar por el Programa Victoria.


Mis felicitaciones y mi agradecimiento a todos ellos.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico