jueves, 4 de julio de 2013

Beber para ser libre

Con la llegada del verano empiezan a aparecer en los informativos noticias relativas al consumo de alcohol, sobre todo hablando de la gente más joven: los botellones, los accidentes de tráfico, etcétera.

En uno de estos reportajes aparecía un muchacho hablando de las bondades que tiene para él el consumo de alcohol y argumentaba “cuando bebo el alcohol hace que en mi cerebro se desconecten las inhibiciones, la timidez y todas esas cosas y así puedo hacer lo que quiera. Es la libertad total”. ¡Vaya manera de rendirse ante las trampas de la adicción!

Si por algo se caracteriza la libertad es por tener la capacidad de decidir. Y si hay algo que se altera en una persona que está bajo los efectos del alcohol es precisamente eso. Cuando este joven crea estar disfrutando de la “libertad total” lo que está realmente es dejándose llevar por los efectos de una substancia química que ha alterado su estado normal de conciencia, y por lo tanto ya no es él mismo tomando decisiones. Justo lo contrario de lo que cree conseguir.

La adicción siempre se basa en mentiras y autoengaños, y este es uno de ellos. Bebo para ser libre. Cuéntale eso a una persona que lleva años sufriendo la esclavitud de la adicción alcohólica, que está perdiendo la salud, la autoestima, la familia y muchas cosas más, como consecuencia de esa “libertad” falsa que le ha llegado a convertir en esclavo de su propia enfermedad.

Bebo para hacer cosas que no me atrevo a hacer sobrio. ¿Y no sería mejor aprender a superar las inhibiciones? Si te sientes limitado por tus propias carencias, acude a una terapia, pero no busques atajos químicos que te van a llevar a lo contrario de lo que buscas. Porque muchas veces las inhibiciones que anula el alcohol son protectoras para nuestra seguridad y nuestro bienestar a largo plazo.

Los pacientes que tratamos en el Programa Victoria, cuando sienten que han superado su adicción, suelen decir precisamente “ahora me siento libre”. Nunca el alcohol ni otras drogas pueden hacer a una persona más libre, sino todo lo contrario, menos libre, y por lo tanto menos humano, en definitiva, más animal. Burro, casi siempre.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico

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